Cancún 50 años
Cancún o Kancum
A lo largo de su historia, nuestra isla ha ostentado dos nombres: Cancún (con ene y con acento), y Kancum (con eme y sin acento). El problema es que ambas ortografías son correctas y que fueron usadas a discreción por los cartógrafos extranjeros, que desde luego no hablaban maya.
Su actual denominación tiene motivos cien por ciento políticos. La propuesta vino del entonces gobernador del Estado, David Gustavo Gutiérrez Ruiz, quien razonó que Cancún debería tener algo mexicano… ¡y qué hay más mexicano que Benito Juárez! Así se lo hizo saber al entonces líder del Congreso Constituyente, Pedro Joaquín Coldwell, quien sin mayores averiguaciones lo plasmó en la primera Constitución. Ni que decir, la iniciativa le fascinó al jefe de ambos, el entonces Presidente Luis Echeverría, quien se ufanaba de proclamar en público que era fanático del Benemérito.
Así que no hay vuelta de hoja: por lo pronto, Cancún se seguirá llamando Benito Juárez. Pero vale la pena echarle una ojeada a la historia. Lo que sigue es un resumen del capítulo Cancún o Kancum, incluido en el libro Fantasía de Banqueros II, que lamentablemente se encuentra agotado.
¿El nido de las víboras?
A punto de cumplir 50 años de vida, el nombre de nuestra ciudad está rodeado de un halo de misterio
Mucha gente piensa que la palabra Cancún significa nido de víboras, y que tiene como raíz dos palabras mayas: ka’an, víbora, y kun, olla. Esa es una denominación bastante tétrica, pero tiene mucha popularidad, quizás porque se encuentra en Wikipedia, aunque ahí luce un signo de interrogación, implicando que se trata de una afirmación no confirmada.
Una precaución adecuada, porque todos los expertos disputan esa traducción. Escrita en castellano, en donde la k se transforma en c, la primera sílaba de Cancún se pronuncia can, no ca’an. Y si la palabra maya original era kan, entonces el significado puede ser víbora, pero también podría ser cuatro, o poder, o aprender, o enseñar, o dádiva, o regalo, o discurso.
Pero el verdadero dilema no está en kan, sino en kun, que puede ser olla, o calabaza, o amarillo, o también conjuro. Parte de la incógnita radica en que no estamos seguros si el vocablo original era Cancún (con ene), o Kancum (con eme). En los mapas más antiguos figura la primera versión, con ene, pero a finales del siglo XIX empezó a escribirse con eme, y esa ortografía se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, e incluso figura en los documentos que elaboró Infratur/Fonatur a fines de los 60, cuando el Banco de México estaba planeando construir ciudades turísticas.
Dice el mayista Jorge Cocom Pech: “Hay un maya yucateco moderno, pero también hay un maya antiguo, e incluso un maya arcaico. El maya actual, como el español, es muy diferente al que se hablaba en tiempos de la conquista. Los idiomas se transfiguran, pierden partículas fonéticas, la gente los usa y los deforma, las lenguas evolucionan. Si queremos saber el significado, tenemos que conocer la pronunciación. ¿Cómo se pronunciaba la palabra Cancún en la antigüedad? Tenemos una idea, pero no una certeza.”
Coincide el lingüista Ramón Arzápalo Marín: ““Es exageradamente importante conocer la terminación, ahí está la clave del significado.”
En donde no coinciden es al interpretar el vocablo. Cocom Pech sostiene que Cancún significa cuatro conjuros. Arzápalo Marín tiene una propuesta más seductora: lugar de los encantos.
Concluye Cocom Pech: “El significado es un problema de interpretación. Cada lingüista representa una corriente, y con los mismos elementos, llegamos a conclusiones diferentes, incluso opuestas, pero igualmente válidas. En mi opinión, nunca nos vamos a poner de acuerdo.”
Lo único seguro es ignorar a Wikipedia, porque está claro que Cancún no significa nido de víboras, aunque hay que reconocer los heroicos esfuerzos que realizan algunos de nuestros políticos para merecer esa denominación. Como sea, si desea enterarse de la historia al detalle (el capítulo completo se llama De los conjuros a los encantos), solicítelo sin costo al correo fantasiadebanqueros@gmail.com. Tenga por seguro que se deleitará con el enigmático nombre de nuestra ciudad adoptiva.
Riviera Maya
A mediados de la década de los 90s se llamaba Corredor Cancún-Tulum y era un destino de playa más bien modesto. En sus 125 kilómetros de extensión, apenas operaban unas 3 mil habitaciones hoteleras, una fracción de las 20 mil que ya sumaba Cancún. Por lo general se trataba de paradores aislados, que por necesidad adoptaban el modelo de todo incluido, por su lejanía de los centros de consumo.
Pero a partir de 1997, el proceso se disparó. Testigo privilegiado de ese proceso fue el entonces secretario federal de Turismo, Óscar Espinosa Villarreal: “Por instrucciones del Presidente Zedillo, efectué una gira por España con la intención específica de atraer capitales. Fue una visita muy exitosa, encontré un enorme apetito por invertir. La magia del Caribe mexicano tenía hipnotizados a los inversionistas. En una sola reunión de trabajo, las principales cadenas hispanas se comprometieron a construir 10 mil habitaciones hoteleras en la zona.”
Una visión similar tiene quien era responsable de la promoción turística de la zona, Martín Ruiz Cuevas: “Las cadenas hoteleras españolas se dejaron venir en bloque. Estaban literalmente desesperadas por invertir, porque las cajas de ahorro se asociaban con ellos, o les daban créditos con intereses ridículos, a plazos larguísimos, de 30 años o más. Era el negocio de la vida.”
Resultado de ese frenesí pero sobre la marcha, sin plan maestro ni organismo rector, el Corredor empezó a crecer de manera explosiva y desordenada. Siguiendo el ejemplo de las inversiones pioneras, entre las que destacan el fraccionamiento Playacar, el desarrollo náutico Puerto Aventuras y el parque Xcaret, todos iniciados a fines de los 80s, desarrollos turísticos de todos colores y sabores empezaron a surgir al margen de la carretera.
Un recuento más o menos detallado de ese proceso febril se encuentra en el capítulo La fábrica de las ilusiones, del libro Fantasía de banqueros II, que se puede solicitar sin costo al correo fantasiadebanqueros@gmail.com. Una historia asombrosa, que incluye el cambio de nombre (de Corredor Cancún-Tulum a Riviera Maya), el primer plan de ordenamiento (el famoso POET), el surgimiento de dos tres nuevos municipios (Solidaridad, Tulum y Puerto Morelos), y la creación de un multi-destino que en tamaño superó con creces a Cancún.
Hoy en día, la Riviera Maya es una línea casi ininterrumpida de hoteles de 130 kilómetros de longitud, donde se apiñan más de 50 mil habitaciones (y siempre hay algunas miles más en construcción), que alojan cada año casi cinco millones de visitantes. Pata atender esa multitud, la geografía de la costa suma lossiguientes elementos:
- Los cinco hoteles más grandes del país, con una media de tres mil habitaciones…¡cada uno!
- Fábricas de comida precocida que pueden preparar 50 mil porciones diarias.
- La cadena de parques de diversiones más extensa de México (Xcaret, Xel-Há, Xplor. Xenses, Xoximilco), con cerca de dos millones de visitantes.
- La segunda zona arqueológica más visitada del país, Tulum.
- Un rosario de campos de golf, de marinas, de delfinarios, de cuevas y cenotes, de ranchos hípicos, de lienzos charros, y un catálogo de excursiones de pesca, de buceo, de acampada, de caminata, de observación de aves, de exploración de la selva, y de contacto con las comunidades.
Aunque los turistas no lo notan, todo eso funciona como una fábrica precisa, con sus cadenas de montaje, sus cuotas de producción y sus estándares de calidad, que sin duda se encuentran entre los más sofisticados del mismo. Y desde luego, funcionan en perfecta sincronía con sus vecinos, que más que competencia son complemento: Tulum, Puerto Morelos, Valladolid y Chichén Itzá (en Yucatán), Cozumel, Isla Mujeres (con todo y zona continental), y desde luego Cancún.
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