Viaje en tren Inglaterra en Orient Express British Pullman

Orient Express British Pullman
Este maravilloso tren, diseñado para convertirse en una especie de “Palacio sobre ruedas” por George Pullman, ha sido cuidadosamente restaurado para prestar un servicio basado en el siglo XIX. El resultado es una magnífica decoración que combina exuberantes marcos, pisos de mosaico, cristalería y un elegante diseño Art Deco. Su capacidad total es de 226 pasajeros, entre 20 y 26 personas por coche. Pero además, algunos coches cuentan con los denominados “coupé´s”, unos pequeños compartimentos en los que caben cuatro pasajeros. ¿Sus destinos? Varían según las fechas de partida en Kent y Sussex, Cambridge and Ely, Windermere y el Distrito de los Lagos, Bristol, Bath, y Edinburgo, entre otros.

El viaje comienza en Victoria Station, en Londres. Sigue por París, atraviesa los Alpes en Suiza y Austria y termina –1.731 kilómetros y 31 horas después– en Venecia, Italia.


Comenzando por el check in en Londres, en un sector exclusivo de la estación, con café y sillones mullidos para disfrutar la espera, lejos de los pasajeros ajetreados que circulan tensos por Victoria. El British Pullman llega puntual –nadie esperaba ni un segundo de retraso– para partir a las 10.45 desde la plataforma 2.

Cada pasajero tiene asignado una butaca en uno de los vagones restaurados en su esplendor original, cuya historia y belleza quitan el aliento. El Orient Express comenzó a circular a fines del siglo XIX pero tuvo su apogeo entre los años 20 y los 30, porque era el medio que usaban los reyes y príncipes, los artistas, los gobernantes y hasta los espías para ir y venir hacia exóticos destinos del Este europeo como Estambul.

Aquí viajaron en distintas épocas el zar Nicolás II, el rey Fernando de Bulgaria, De Gaulle, Kruschev, el príncipe Rainiero y Grace Kelly, Marlene Dietrich, Graham Greene, Mata Hari, Sofía Loren, Marcello Mastroianni, Liza Minelli y hasta el mismísimo Michael Jackson, entre incontables famosos. Agatha Christie, pasajera frecuente del servicio en la década del 30, quedó una vez varada en las vías por dos días en medio de una tormenta de nieve y allí imagino el asesinato de su famosa novela Crimen en el Expreso de Oriente , que en los 70 fue llevada al cine y filmada en este mismo tren.

El carrousel de la historia se detiene ante una palabra mágica: bellini . Con el tren en marcha y ya comenzando a transitar las afueras de Londres, el camarero ofrece un oportuno cóctel de bienvenida para abrir paso a un brunch , un desayuno-almuerzo acunado en fina porcelana inglesa y flanqueado por cubiertos de plata, que incluye un cóctel de frutas, huevos revueltos con hongos, un toque de caviar, una selección de quesos franceses y frutas frescas de postre.

La mayoría de los pasajeros a bordo del Orient Express viaja para celebrar . Festejan aniversarios de bodas, cumpleaños, lunas de miel. O simplemente se regalan un mimo, una especie de agasajo vintage para volver por unas horas a la elegancia del smoking, la época del charleston y los sombreros bombín.

El mítico tren se desliza por la campiña inglesa rumbo a Dover. Los pasajeros recorren los vagones, revisan la historia de cada uno y comparan los diseños de las marqueterías, con incrustaciones de distintas maderas de brillo deslumbrante, fruto de 10 capas de barniz. Con el chasquido de un dedo puede aparecer un presto camarero con un champagne francés de 420 euros ($2.500) para endulzar aún más la velada. El viaje sigue. Solo resta atravesar el Canal de la Mancha para que este “Palacio sobre rieles” llegue a Francia. París será la próxima parada.


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